
El Greenwashing crece: uno no puede evaluarse a si mismo
En el momento que finalmente parece que se hace imperativo reducir emisiones, muchos dicen que lo están haciendo muy bien… y no siempre es así. Entonces, si encima dicen que lo están haciendo muy bien porque “tienen un sello”, mientras que en la realidad este sello no tiene mucho valor, entonces el efecto es peor. Porque se generan dudas sobre todo el sistema de certificación.
En el apartado de negocios de El País vimos este artículo, donde se acusa este fenómeno, porque el sello de sostenibilidad Breeam, como dice el periodista, ha dejado desilusionado a los compradores de unos pisos. Pues hay que ver qué ha pasado exactamente. En primer lugar no hay que pensar que el registro de un sello en fase de proyecto, sea una garantía de que en la obra se mantenga el nivel de ambición expresada anteriormente. Así que hay que comprobar que el sello se haya dado al acabar la obra. Y en segundo lugar no hay que confundir los aspectos técnicos de una construcción con los aspectos de sostenibilidad. Obviamente tienen mucho que ver unos con otros pero las certificaciones de construcción sostenible no son de ninguna manera una sustitución del control de calidad de la obra. Se enfocan en aspectos específicos, de los cuales se cuantifica el impacto ecológico, pero no es un cálculo de estructura, ni una prueba de estanqueidad.
Y una vez aclarado estos,… digamos, “malentendidos” en el lado de los compradores y el público general, cambiamos la vista y dirigimos el punto de mira hacia los promotores. Porque una cosa es la ingenuidad de una persona que no es técnico. Pero mucho más grave es un marketing sobre el impacto ecológico de un edificio por parte de una promotora inmobiliaria, basada en una certificación que carece de todo rigor.
Hay muchos sellos de sostenibilidad, ya solo para la construcción conocemos LEED, BREEAM, VERDE, DGNB y PassivHaus… Y todos estos sellos los avalan institutos independientes, que procuran que sus herramientas de evaluación se actualizan conforme la normativa, conforme la oferta de mercado y conforme la innovación industrial. Entonces, porque hay promotores que se inventan su propio sello de sostenibilidad?
Está claro que aquí el único objetivo es poder posicionarse en el mercado como una empresa verde y sostenible. Es absolutamente ridículo que una empresa define ella misma los criterios que tendría que cumplir para certificarse como sostenible. Entonces los criterios de evaluación se elegirán a conveniencia de lo que sea rentable construir, y no en función de lo que verdaderamente reduce emisiones de CO2. Esto es lo que se llama “Greenwashing”.
B01 arquitectes tiene la suerte de trabajar con la promotora AQ Acentor y estamos ahora certificando el edificio Londres con el certificado DGNB, que obliga a hacer una análisis de Ciclo de Vida. No vamos a tener el mejor de los resultados posibles, será un “silver”, pero ya nos parece bien porque hemos hecho unas cuantas cosas, diferentes, innovadoras… mejoras respecto lo normal. Lo importante es que la promotora se ha implicado y que ha recogido varios de nuestros inputs; que el equipo de la propiedad (arquitectos colaboradores, aparejadores, ingenieros, estructuristas y la constructora) estamos trabajando en consonancia; y que lo que pretendíamos cuando empezábamos el proyecto, se mantenga hasta el final. El próximo proyecto que haremos juntos será aún mejor,… y el siguiente aún más….
Pero la comprobación que debe determinar si el resultado es mejor o peor, esto lo dejamos en manos de otra gente. Nosotros proyectamos, calculamos, y consultamos. Pero el veredicto final siempre debe ser de un tercero y AQ Acentor lo sabe. No se puede ser a la vez juez y parte.