
Rehabilitación de la “Montaner i Simón” para la Fundación Tàpies
crédits
Premios: Finalista premios FAD; Ganador del Premio Década 2011; Presentada en Congresos de Museología del Ministerio de Cultura; Selección IX Bienal de Arquitectura de Venecia (2004)
Localización
descripción
Suprimir las terribles alteraciones que había sufrido el edificio nos ayudaron a descubrir “la estructura profunda” de la obra de Domènech i Montaner. Los tres componentes que aislamos nos guiaron durante el proyecto: la riqueza espacial unitaria, potenciada por los intencionados desniveles y huecos en los forjados, que sugerían una percepción más compleja y unitaria que la que los planos describían; una propuesta de orden compositivo, sutil, no redundante, mediante la puntación modulada de los pilares de hierro colado de seis metros de altura; y, por último, la explotación de la luz cenital que ya dejaba entrever la apoteosis del Palau de la Música. Empezamos por afrontar el gran espacio y cuanto más tiempo pasaba, más convencidos estábamos de la posibilidad de optimizar esta realidad totalizadora, sintetizando en una propuesta unitaria los tres puntos de partida. Intuimos que el gran desarrollo espacial necesitaba una culminación en el techo, punto álgido del espacio, y esto dio lugar al diseño del nuevo lucernario. Así mismo, la presencia de los frontales de las estanterías de manera existentes, no sólo sugería un segundo nivel de orden, sino que invitaba a explotar la ingeniosa idea de Domènech i Montaner, de abrir en la fachada del patio de manzana, unas ventanas que se alternaban con los testeros de estas estanterías. Con esto, se conseguía una transparencia increíble entre estructuras tan pesadas y una fachada al patio significativa. El diseño del lucernario central, sustitución del original, para que los rayos solares no incidiesen sobre los cuadros, nos dio mucho trabajo hasta que conseguimos un tipo de pliegue que reforzaba las reflexiones de la luz y creaba un degradado de sombras. La reutilización de las antiguas estanterías como biblioteca, provocó uno de los instantes más intensos del proyecto. Intentamos eliminar algunas para vaciar espacio para los lectores y para el despacho de la bibliotecaria, y dejar los estantes restantes para almacén, pero vimos que era una operación excesivamente convencional y destruía una gran parte de la impresionante estructura de madera de melis. Adivinamos que, simplemente suprimiendo elementos de estantes horizontales, sin sacar los verticales, se abrían pasillo, habilitábamos mesas de consulta e incluso la bibliotecaria podía gozar de una mesa cómoda, atravesada por montantes. Por fin, vimos que lo importante era esto: los montantes, esta especie de bosque de columnitas que otorgaban con aire sagrado de mezquita y al que, para acabar de crear la atmósfera adecuada, añadimos lámparas puntuales flotantes todas a las misma altura. Me gustaría hacer mención, lo más breve y objetivamente posible, de la intervención que el año 2010 hizo el arquitecto madrileño Ábalos. La estrategia de la “renovación” esconde el hecho de construir en el patio de manzana unas oficinas que, además de invadir este espacio, destruyen la fachada posterior de Domènech i Montaner. El interior de la Fundación se ha pintado de blanco como si fuese una galería del Soho de los años ochenta.