
Análisis de carbono de vida completa y la bola de cristal
Se reparten fondos Next Generation y de repente todo son proyectos de arquitectura sostenible, eco y verde. Los promotores más sofisticados se lo toman en serio y someten sus proyectos a análisis de carbono de vida completa (WLCA, según las siglas ingleses) que cuentan el impacto de todas las fases de vida de los edificios, desde la extracción de los materiales primas, pasando por la energía utilizado durante la vida útil y el mantenimiento, contando con unas cuantas rehabilitaciones y al final el derribo. Es lo que se debe hacer, consideramos en B01 arquitectes. Porque comparar las emisiones asociadas a un derribo con posterior construcción de obra nueva con las de una rehabilitación, es lo que de verdad nos indicaría si tenemos que sustituir o rehabilitar edificios.
Pero entonces parece un tema que puede ser una gran trampa, a la hora de calcular el carbono embebido correspondiente a futuras rehabilitaciones y de mantenimiento, porque … ¿ Que pasará en el futuro…? ¿Cuántas emisiones de CO2 habrá por cada kg de metal, o cada m3 de madera? ¿Cuánto de verde será cada kWh de la energía consumida en la fase de vida útil? ¿Y este kWh del año 2042, provendrá aún de la quema de metano, de centrales nucleares o de molinos de viento y placas fotovoltaicas? Es difícil de prever lo que el futuro nos traerá en este aspecto, la verdad.
En la área Metropolitana de Londres el WLCA se ha convertido en herramienta de evaluación obligatoria para cada promoción con más de 30m de altura o más de 150 viviendas. Pero precisamente en esta ciudad, donde la presión del sector del real-estate es notoria, su aplicación se está pervirtiendo, hacia una justificación del derribo de edificios existentes, desestimando su rehabilitación. Es muy extraño que a la larga la construcción de un edificio nuevo siempre parece compensar por las emisiones que supuestamente emitiría el edificio existente.
Este artículo del Architects’ Journal explica que la aplicación del WLCA actualmente está envuelto en suposiciones y que estas dan pie a interpretaciones que más que rigurosamente analizar un proyecto, acaban siendo una justificación del resultado deseado de antemano por parte del promotor: derribo y obra nueva. Vamos… vemos aquí un nuevo Greenwashing.
El WLCA es una herramienta útil. Requiere por ejemplo la lectura de muchos datos de energía embebida, con transparencia sobre la procedencia de los materiales y con cálculos de las prestaciones de las instalaciones. Pero hay que estar al tanto para que no se abuse de él, para que al final acabe siendo un método que no ayuda a reducir emisiones y que no induce a la transformación del sector. En los tres proyectos que el artículo describe, se han hecho contrainformes por parte de Simon Sturgis, un experto de la descarbonización del sector de la edificación. Y en todos los casos Sturgis indica que la conclusión de que la obra nueva es más sostenible que la rehabilitación está mal justificada.